La plata y el estaño


LA ERA DE LA PLATA Y DEL ESTAÑO EN BOLIVIA



1. El ciclo de la Plata

Si bien la Plata hizo famosos al Cerro y a la ciudad de Potosí durante la colonia y fue su explotación lo que atrajo a los españoles al Alto Perú, éste metal jugó un rol menos importantes en el periodo republicano temprano. Efectivamente, no fue sino hasta 1872 cuando la plata volvió a tener un papel protagónico en la historia de Bolivia, aunque esta vez ya fuera el Cerro.
Para explicar el desarrollo de la minería de la Plata durante el siglo XIX, podemos dividir este periodo en tres fases: La recesión minera (1825 – 1850), La transición (1850 - 1873) y el auge minero (1873 - 1895).

Fase de la recesión minera 1825 - 1850

Esta fase constituye un período de recesión ocasionado por el agotamiento paulatino de las vetas de plata, principalmente en el cerro de Potosí, que durante la colonia fuera un verdadero caudal de yacimientos Argentíferos.
Esta situación se verá agravada por la guerra independentista. Los empresarios mineros se vieron acosados constantemente por los ejércitos en pugna. Tanto tropas realistas, como los ejércitos auxiliares del Río de la Plata o partidas guerrilleras veían a los centros mineros como fuentes de ingreso para financiar sus expediciones. El estado de guerra terminó por cansar a los empresarios mineros que, en su mayoría huyeron de la guerra dejando sus minas completamente abandonadas. Al terminar la guerra, las minas y sus instalaciones estaban en un grado deplorable de deterioro. La rehabilitación de las minas no era rentable. La inestabilidad de los precios y la decreciente ley del mineral no aconsejaban inversiones que, por otro lado, eran inexistentes en el país en ese momento.
Los empresarios que en esta situación intentaban sacar a flote alguna explotación se vieron afectados por la escasez de Mercurio, indispensable para la amalgama con la Plata. Por un lado, la principal fuente de Mercurio, la mina Huancavelica en el Perú, también había sufrido de abandono durante la guerra y se había inundado.
Cerro rico de Potosí
La plata también jugaba un importante papel como medio de intercambio. Llegó a establecer circuitos comerciales entre Potosí y países vecinos en la colonia que continuaron durante los primeros treinta años de la vida republicana.
Los impuestos sobre la producción de la plata no eran suficiente para solventar los gastos del Estado. Tal era la crisis en la que se hallaba el país y la precariedad de su economía, que el gobierno tuvo que recurrir a un mecanismo colonial para sobrevivir. La contribución indigenal, un impuesto a la población indígena rural fue resucitada después del fracaso del Presidente Sucre (1825 – 1828), en su intento por implantar una reforma fiscal que gravaba los intereses de las clases propietarias urbanas u rurales. Bolivia vivió del tributo indígena durante gran parte del siglo XIX.
Era evidente que para reactivar las minas se requerían de grandes capitales. Para atraer los mismos, entre los principales problemas se encontraba el monopolio que todavía exigía el gobierno para la venta de toda la producción a la Casa de la Moneda a un precio por debajo del mercado y las dificultades de transporte. En 1825 se formó la “Potosí, La Paz, and Peruvian Mining Corporation” registrada en Londres bajo el amparo del boom financiero londinense. Este fue el esfuerzo más serio para atraer capitales extranjeros a la minería boliviana, que lamentablemente no tuvo éxito por la crisis del mercado de Londres. Este ejemplo demuestra las dificultades para atraer capitales a Bolivia y de reactivar la minería. Si bien sólo parte de la maquinaria y del personal técnico de la empresa llegó a Bolivia, problemas en la provisión de mano de obra y de mercurio en forma regular dificultaron el inicio de las operaciones.

Fase de transición 1850 - 1873

José Avelino Aramayo
Recién a fines de 1850, cuando un nuevo grupo de mineros liderados por José Avelino Aramayo, Aniceto Arce y Gregorio Pacheco toma a su cargo las principales minas del país (Pulacayo, Guadalupe, Real Socavón y otras) se sientan las bases para el auge posterior. Con la introducción de una nueva manera de encarar el desarrollo de la minería, a través de la incorporación de personal capacitado en aspectos técnicos y administrativos, se inició un proceso de modernización, tanto en los socavones como en los ingenios. Se introdujeron las primeras máquinas de vapor y se realizaron mejoras en la recuperación metalúrgica.
 El descubrimiento de Mercurio en California trajo consigo un abaratamiento de este mineral. La ley de la plata comenzó a subir como consecuencia de descubrimientos de otros yacimientos argentíferos en el país. Otro factor que anunciaba el repunte de la minería era la utilización de maquina a vapor en los trabajos mineros. Esto abarató considerablemente la rehabilitación de las minas inundadas.
La región atrajo capitales internacionales que pudieron fortalecer a los capitales nativos y de este modo se comenzó a dar un impulso significativo a la explotación de minerales. Es en esta época, cuando los futuros magnates de la plata conseguirán establecerse en las minas más ricas del país.
El problema de la mano de obra, durante esta época, fue tratado con audacia. Se ideó el sorteo de trabajos. El primero de cada mes se sorteaba los trabajos que se realizarían durante ese mes, se consignaba el número de operarios que se necesitaría para ese período y el dinero que abonaría por dicha labor. Durante el “sorteo” los trabajadores hacían sus propuestas de lo que podrían realizar durante ese mes y la obra era adjudicada a aquél trabajador que ofrecía entregar mayor cantidad de trabajo. El sistema de trabajo se realizaba mediante la modalidad de tres mitas, el trabajo se extiende durante 36 horas, con breves interrupciones para descanso y comidas.

Fase del auge 1873 – 1895

Fundición Huanchaca en Antofagasta
El resurgimiento de la minería estuvo liderado por la Compañía Huanchaca de Bolivia, que fue la empresa símbolo del siglo XIX. Fundad en 1835 con capitales nacionales, estuvo dedicada al desagüe de la mina Pulacayo y a la reconstrucción del ingenio, no logró tener dividendo sino hasta mediados de 1850, cuando se hizo cargo de su administración Aniceto Arce que fue quien promocionó esta empresa en Chile. A fines de la década de 1870 Huanchaca también fue promocionada en la bolsa de París y logró atraer capitales franceses.
Un importante factor que contribuyó al auge de la minera de la plata a fines del siglo XIX, fue el tendido del ferrocarril de Antofagasta a Uyuni en 1879, que pasaba por Huanchaca y Pulacayo, disminuyó el costo del transporte, haciendo rentable la explotación de minerales de menor ley y facilitando su exportación en bruto, así mismo el ferrocarril facilitó la importación de maquinaria, así como de insumos entre los que se destaca el combustible[1]
El año 1873 significará el inicio de la era del auge de la plata, pues ese año se decretaría la libre exportación de pastas de plata, es decir, la abolición del monopolio estatal en el rescate de los minerales, incluida la plata. La última traba estatal para el desarrollo de la minería de la plata quedó de este modo a un lado del camino. Esta nueva situación dio impulso a las inversiones extranjeras que llegaron para fortalecer a las empresas que estaban funcionando en el país.
Los precios de la plata fueron cayendo durante todo el período, si bien no de forma rápida, si de forma paulatina. Sin embargo, los grandes patriarcas de la plata se dieron modo para obtener jugosas ganancias. Los grandes mineros comprendieron que era vital tener participación activa en la vida política del país. Por eso se lanzaron a la presidencia de la república en sendas campañas electorales que otros no podían competir. Pacheco primero y Arce después se hicieron de la presidencia de la República logrando así impedir políticas desfavorables para su actividad económica. Los precios declinantes de la plata en el mercado internacional fueron compensados con el abaratamiento sistemático de los costos. Los ferrocarriles fueron construidos, en Bolivia, en esa época para favorecer los intereses de los magnates mineros, pues éstos vinculaban las minas con los puertos del pacífico.
Sin embargo, la baja de precios se hacía sentir. Los patriarcas de la plata, en un comienzo, compensaron esto abaratando costos mediante los ferrocarriles, luego monopolizando el rescate del mineral, finalmente se estrellaron contra la mano de obra. Producto de esto son las sublevaciones de trabajadores mineros y las consiguientes masacres de éstos en Colquechaca, Challapata y Santa Rosa a fines del siglo pasado.
La presión era, empero, demasiado grande y terminó por quebrar la minería de la plata. Estados Unidos entró en la competencia por el mercado internacional y los precios sufrieron declives sustantivos.[2]

2. El ciclo del Estaño

No es del todo correcto decir que la Revolución Federal coincidió con la quiebra de la minería de la plata, pues en un sentido importante se puede afirmar que fue, más bien, su producto. La minería de la plata fue el verdadero sostén económico del régimen político de los conservadores. Cuando quebró la minería argentífera, producto del brusco descenso de los precios de la plata en el mercado internacional, este sostén económico se diluyó y con él también se vino abajo su régimen político. Se puede muy bien afirmar que éste es el significado de la Revolución Federal.
En forma simultánea al descenso de los precios de la plata en el mercado internacional, las cotizaciones del estaño comenzaron a experimentar un alza importante que, con naturales fluctuaciones, se extendió durante las siguientes décadas. La explotación de estaño se convirtió, entonces, en el nuevo vértice sobre el cual giraría no sólo la economía del país, sino también su nuevo régimen político.
Mina La Salvadora
El partido liberal, posesionado del poder político desde 1899 hasta 1920, constituiría un nuevo régimen que se mostraría extraordinariamente sensible a los requerimientos de esta nueva minería. La ideología liberal fue encumbrada a rango de ideología estatal. Se consideraba entonces que el desarrollo de la industria minera significaba el progreso de país. Por ello había que incentivar, por sobre todas las cosas, el buen desenvolvimiento de esta industria. Para ello había que estimular la inversión extranjera, entonces se dieron facilidades para las concesiones de minas al capital extranjero y, como producto de esta política, llegaron al país varias empresas inglesas, estadounidenses, francesas, chilenas que consiguieron concesiones del Estado boliviano para explotar estaño, wólfram, antimonio, plomo, zinc, etc. Nunca antes el capital extranjero tuvo una mayor participación en nuestra economía.
La minería del estaño marcó en Bolivia un período importante en la historia republicana del siglo pasado, nombres como los de Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo son símbolos del poder minero que modernizó al país, robusteció su sistema económico y lo integró al circuito financiero del mercado global. La vida y obra de los “Barones del Estaño” está abundantemente documentada y disponible en extensa bibliografía que sin embargo mantiene casi en el anonimato a otros personajes importantes de la época quizás porque en su momento pusieron en peligro enormes intereses políticos y económicos. Tal el caso de Mariano Peró, claro ejemplo de patriotismo real cuya empecinada lucha por instalar la primera fundidora boliviana de estaño convirtió a Oruro en región pionera y capital metalúrgica del país.
Simón I. Patino, proveniente de una familia artesana de Cochabamba, fue el que se destacó más, convirtiéndose en poco tiempo en el hombre más acaudalado de Bolivia. En 1894 compró las primeras acciones de una mina de estaño de Oruro y tres años más tarde obtuvo el control total, haciendo de «La Salvadora» la mina más importante del país. En 1910 compró la «Uncia Mining Company» de propiedad británica, y en 1924 la «Compañía Chilena de Llallagua». Con la fusión de todas sus empresas, el gran magnate formó la «Pacific Mines and Enterprises Consolidated, Inc.» con registro en Estados Unidos. La producción conjunta de sus centros mineros, en los que trabajaban más de 10000 obreros y numerosos técnicos extranjeros, representó el 50% de la producción boliviana de estaño. Además, Simón Patino llego a controlar la mayor fundidora mundial de ese mineral, la «Williams Harvey & Co.» de Liverpool.
También adquirió minas en Malasia. Esta integración le permitió desempeñar un papel clave en la conformación del Comité Internacional del Estaño, que fue el primer cartel que intentó controlar el precio de una materia prima. Con tal motivo, fue conocido como El Rey del Estaño. En los años 1940 se encontraba entre los hombres más ricos del mundo.
La Gran Depresión afectó a las empresas de Patiño. En 1927 hubo superproducción de estaño, provocando el descenso de los precios: la tonelada, que en los Estados Unidos cotizaban a 917 dólares, bajó a 794 en 1929 y en 1932, el año crítico para la economía boliviana, cuando comienza la “Guerra del Chaco”, el precio era de 285 dólares. La situación era compleja para Bolivia, pero no para Patiño: por algo él financiaba los gobiernos dictatoriales existentes en la nación. El estaño continuaba bajando sus precios al mismo tiempo que no había compradores. A esta situación se agregó que entre los productores de estaño en el mundo, la producción de Bolivia era justamente la más cara y antieconómica: empleando los tradicionales procesos de los latifundistas, Patiño recurría al trabajo semiesclavo, supliendo la falta de una tecnología más funcional con la mano de obra abundante y barata. En resumen, Patiño cambiaba su falta de voluntad en inversión tecnológica a cambio de la sobreexplotación del pueblo indígena boliviano, todo ello con la complacencia de gobiernos títeres y tiranos que él mismo financiaba en el país.







[1] La minería de la Plata en el siglo XIX, Manuel Contreras, pág. 217
[2] www.realidadnacionalboliviana.wordpress.com

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